viernes, 8 de agosto de 2008

INTRODUCCIÓN AL TEMA: LA GERENCIA UNIVERSITARIA DESDE LA COMPLEJIDAD


No tengamos miedo de desarrollar nuestra creatividad, de hacer ciencia respetando la manera de pensar del otro. No caigamos en la trampa de la competencia ni de la maledicencia. Que predomine en nosotros la cooperación, el respeto, la diversidad, la escucha y la sinergia.”
(Leal, 2005l)



El siglo XXI está marcado por una serie de cambios y transformaciones en la humanidad, producto de la globalización, masificación y la aparición de paradigmas científicos, tecnológicos, económicos, políticos, sociales, culturales, educacionales, entre otros, los cuales han implicado modificaciones en el comportamiento humano y en las organizaciones.Se asume entonces, un nuevo modo de existencia del conocimiento, en donde el cambio es inminente, se pasa de una concepción homogénea a una heterogénea del mundo, de la sensación de seguridad a la de incertidumbre, de la unidad a la diversidad, de la disciplina a la transdisciplina, del pensamiento simplista al pensamiento complejo.

En tal sentido, el cambio, en esencia, es un concepto que envuelve múltiples variables. Tal es su incidencia que se ha llegado a asentir que lo único estable es el cambio por cuanto ocurre como expresión natural de la dinámica social, económica y política. Por consiguiente, el cambio es inherente al tiempo, al desarrollo de los acontecimientos. Es la esencia de todo proceso que comprometa al hombre desde cualquier condición, lugar y espacio (Webber, 1995).

Para referir este sentido de cambio, debe comprenderse primeramente que las realidades son complejas. Es por ello que, las organizaciones con éxito no serán aquellas integradas verticalmente, serán aquellas dispuestas y concientes de ser proactivas antes las exigencias y desafíos que se les presentan no solo compitiendo sino formando parte de una extensa red de alianzas, asociaciones, e integraciones con otras organizaciones especializadas en su área funcional y relacional.

Por tanto, las instituciones de educación superior no escapan a estas exigencias y desafíos, ya que la situación de cambios, complejidades, y transformaciones, adquiere mayor relevancia por cuanto en ellas convergen intereses alineados con creaciones intelectuales relacionadas o asociadas con ideas, conceptos, criterios, referencias explicativas, teorías y ensayos de propuestas. Además, se puede decir que en función de lo complejo que significa la planificación, organización, administración, coordinación y evaluación de los distintos procesos académicos, administrativos y de servicios que se desarrollan en el contexto universitario, hace suponer que constantemente se adopten mecanismos para lograr una gerencia eficaz, con visión estratégica y con sentido transdisciplinario.

Esto conduce a repensar un modelo de educación superior que permita formar al pensamiento complejo del hombre de este milenio, a quien le corresponderá interpretar, comprender y asumir esos cambios. En esta línea, Morín, (2000) propone que al ser humano hay que concebirlo en su esencia y en sus relaciones dentro de un contexto, tomando en cuenta las dimensiones que lo conforman, como la parte en el todo y el todo en la parte.

En ese orden de ideas, se puede señalar que todo lo descrito anteriormente por Morín (2000), tiende a exacerbarse en el marco de instituciones universitarias, en donde muchas veces se ven atrapadas por premisas equivocadas inducidas por una gerencia frustrada frente a las intenciones de lograr políticas, estrategias y procesos de cambio ajustados a las nuevas realidades, que surgen de las nuevas maneras de crear, producir y distribuir conocimientos.

Al respecto, García y Otros, (2003), expone que la burocracia del modelo de masas, con estructuras rígidas y con marcada presencia de obtusos esquemas administrativos, sigue estando presente en momentos en que la complejidad de las instituciones de educación superior requiere de mayor flexibilidad, interactividad y sinergias en el pensamiento colectivo. En ese sentido, si las instituciones de educación superior quieren abrirse a los procesos que comprometen la organización del aludido cambio necesario, en principio deberá darse a la inmediata tarea de elevar la capacidad de sus gobiernos, mediante la apertura de canales funcionales que permitan la democratización de los procesos de elaboración y toma de decisiones universitarias.

De esta manera, según Zambrano, (2001), se hace notar la incidencia de nuevos enfoques gerenciales que, al introducirse en medio de las estructuras teórico--conceptuales y teórico-metodológicas, cambian la concepción de los fenómenos sociales y organizacionales, siendo capaz de motivar e inducir a transformaciones complejas. En tal sentido este autor, describe que se debe pensar en la necesidad de proceder, de acurdo a los siguientes postulados:

  • Reformar a los reformadores que instan los cambios institucionales universitarios, aunque eso sólo puedan hacerlos ellos mismos al concienciar sus debilidades. Sin embargo, ello podría alcanzarse entendiendo la importancia de las ciencias de gobierno como recursos para gerenciar la complejidad universitaria; y creando espacios a nuevas generaciones ganadas a los procesos de cambio.

  • Estimular una cultura universitaria con base en acciones concretas a través de mecanismos subliminales que destaquen la fuerza académica de cada Facultad, de cada proyecto, de cada programa académico mediante el fomento de prácticas sociales colectivas menos formales.

  • Acudir a mecanismos de motivación al logro mediante la organización de encuentros, alianzas, redes universitarias dirigida a afianzar la cooperación, la competencia y la competitividad. Todo ello, para dignificar el sentido de sentirse universitario y afianzar el desarrollo de la Universidad a partir de la voluntad de cada uno de sus miembros con lo cual la gerencia pudiera encauzar debidamente sus propósitos.

  • Exaltar la necesidad de la institución universitaria a concienciar el necesario proceso de cambio, compromete igualmente a considerarlos desde la óptica de la gerencia, en su sentido más nato.

De acuerdo a lo anteriormente expuesto, se infiere que la gerencia universitaria, ante cualquier problema, debería indagar las realidades complejas dentro de las cuales estas surgen y se reproducen. Sin embargo en ocasiones se confunden las apreciaciones y concepciones que se tienen de la situación-problema, y quienes conducen los institutos de educación superior, no saben muchas veces dónde, cómo y cuándo actuar.

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