sábado, 27 de diciembre de 2008


Existen palabras que tienen el don de ser excepcionalmente precisas, específicas y, al mismo tiempo, extremadamente genéricas, ilimitadas; altamente operacionales y medibles, y, al mismo tiempo, considerablemente abstractas y extensas. Sin embargo, cualquiera que sea el caso, estas palabras tienen el privilegio de moldear conductas y perspectivas, así como, pareciéndose más a herramientas de evaluación, ejercer influencia en la vida práctica. Una de éstas palabras mágicas es ‘competitividad’,

Muller 2000
COMPETITIVIDAD EN LAS ORGANIZACIONES

Para Santos(2005), una organización, cualquiera que sea la actividad que realiza, si desea mantener un nivel adecuado de competitividad a largo plazo, debe utilizar antes o después, unos procedimientos de análisis y decisiones formales, encuadrados en el marco del proceso de planificación estratégica. La función de dicho proceso es sistematizar y coordinar todos los esfuerzos de las unidades que integran la organización encaminados a maximizar la eficiencia global.

El autor explica igualmente que considerar los niveles de competitividad, es decir tanto la competitividad interna como la externa. La primera se refiere a la capacidad de organización para lograr el máximo rendimiento de los
recursos disponibles, como personal, capital, materiales, ideas, procesos de transformación, entre otros. Al hablar de la competitividad interna se asume la idea de que la empresa ha de competir contra sí misma, con expresión de su continuo esfuerzo de superación.

Por otra parte la competitividad externa está orientada a la elaboración de los logros de la organización en el contexto del
entorno, o el sector a que pertenece. Como el sistema de referencia o modelo es ajeno a la empresa, ésta debe considerar variables exógenas, como el grado de innovación, el dinamismo de la industria, la estabilidad económica, para estimar su competitividad a largo plazo. En tal sentido, la empresa, una vez ha alcanzado un nivel de competitividad externa, deberá disponerse a mantener su competitividad futura, basado en generar nuevas ideas y productos y de buscar nuevas oportunidades de mercado.

Para Sastre (2000), una organización se considera competitiva si tiene éxito mantenido a través de la satisfacción del cliente, basándose en la participación activa de todos los miembros de la organización para la mejora sostenida de productos, servicios, procesos y cultura en las cuales trabajan; para lo cual fomenta determinadas competencias y filosofía, mirando a su alrededor y adaptando las prácticas líderes del entorno, así como mirando al interior, tomando en cuenta sugerencias de empleados, innovando y fomentando la participación proactiva y el liderazgo eficaz.

Es por ello que la globalización de la economía plantea el desafío de la competitividad, cambiando la estructura competitiva de nivel local a nivel mundial, presionando a las organizaciones a ir más rápido en aras de mantenerse con los cambios del entorno, a ser más flexibles y apuntar a la mejora continua.

No obstante, estrategias como el benchmarking, la cooperación, la competencia sana, son utilizadas a fin de identificar puntos de referencia y realizar las comparaciones respectivas para evaluar la situación de la organización conocer, relacionarse, hacer alianzas, y a
daptar las prácticas líderes efectivas en todas las áreas de la organización y generar valor, para lograr una ventaja competitiva (Vásquez 2002).

En ese orden de ideas Sastre (2000), expresa que desarrollar y mantener la competitividad es una importante estrategia para el logro de los objetivos y la visión estratégica en la organización. Por ello, es importante visionar a la organización como un todo, como algo complejo, es decir como un sistema integrado en donde la suma de sus partes genera el efecto del todo. Este autor, señala, que los elementos claves para la competitividad en una organización, son:
þ Flexibilidad y adaptación a los cambios
þ Reflexión y análisis
þ Ruptura de paradigmas
þ Cambio e Innovación
þ Proactividad
þ Reestructuración, reorganización y rediseño
þ Evaluación y revisión periódica de estrategias, procesos, sistemas.
þ Control, evaluación y retroalimentación en todos los niveles
þ Capacidad de aprendizaje
þ Integración de pensamiento – acción
þ Valores compartidos
þ Comunicación abierta y fluida
þ · Intercambio de información
þ Visión global
þ Enpowerment.

De lo anterior se puede inferir que la competitividad, es un concepto complejo fundamentado en la capacidad dinámica, creativa y estratégica que tienen las organizaciones, para mejorar de manera continua y sostenida su participación en el entorno donde conviven, a través de enfoques gerenciales cuyo fin último sea el beneficio de la sociedad.
Esta reflexión filosófica de la competitividad, forma parte de un pensamiento complejo y humanista que permite visualizar el sentido que tiene la competitividad en las organizaciones y que para alcanzarla se requiere del esfuerzo y retos de quienes la integran.

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